El humo negro ascendía, lenta e inexorablemente, como el tiempo, eso que inmaterialmente se nos escurre de las manos, las llamas se reflejaban en sus gruesas gafas, cristales pulidos y relucientes que le permitían ,ahora, ver el tremendo horror que inundaba las calles, podía alguna vez de niño haber imaginado que allí, en los terrenos de sus infantiles y plácidos juegos, llegaría a ocurrir tamaña tragedia.
La puerta sonó, se volvió y espero, tenso, a que alguien atravesara el umbral.
-Sangre, soy yo!!- escucho del otro lado de la puerta.
Con el cabello erizado aun por el miedo avanzó hasta la puerta y la abrió, dejando entrar a una pálida figura embozada en un grueso abrigo.
Largo rato se quedaron inmóviles las dos figuras, mirándose, tanteándose el uno al otro, parecía que ninguno quisiera dar el primer paso.
Tras un buen rato de silencio el recién llegado decidió hablar -Ya sabes a lo que vengo, la verdad no es para los cobardes y tu nunca lo has sido.
Se giró, quería seguir torturándose con las imágenes tras la ventana, le parecían mas soportables que lo que había entrado por la puerta.
-Ya no hay vuelta atrás, ¿verdad?-
-Nunca la hubo- respondió la embozada figura.
Cuanto habría dado por no estar allí, por no ser él mismo, por dejar de existir y ser solo un sueño...
Dejo de contemplar las horribles escenas de su ventana, cogió un abrigo colgado de una percha y avanzó hacia la puerta, el recién llegado esperó a que le rebasara para seguirlo. Mientras bajaba las escaleras vio como desde uno de los portales un niño lo espiaba oculto.
-Niño, huye, escapa de esta demenciada existencia a la que te han condenado sin consultarte, escondete en la isla más remota de tu mente, pues tal vez así logres evitar que la realidad devore tu alma- Pensó mientras rebasaba el escondite del crío.
Salio a la calle, nada mas pasar el umbral sus fosas nasales se llenaron del acre olor a cenizas, como sus ilusiones y esperanzas, vanas, fatuas, infantiles... no existe el destino, solo el azar, puro y duro, jugamos contra la realidad, contra nosotros mismos y contra los demás, jugamos creyendo que es para ganar, pero el premio es la nada, y aunque lo sabemos seguimos, reímos, lloramos, amamos,, odiamos, peleamos, seguimos, vendemos o compramos partes de nosotros, premiamos, castigamos, todo en una maníaca y egocéntrica danza que a veces roza la existencia de otros, cada uno con su música, pensando que los demás escuchan la misma.
Su camino no era largo, pero le dio tiempo a repasar su vida entera -¿tan corta es?-pensó al terminar.
Su acompañante le dejo unos pasos atrás, se unió a otros, que como él, pensaron que un mundo mejor podía ser posible. Todos de frente a la verdad, los errores se repiten, generación tras generación, como si fuera imprescindible que los nuevos tuvieran que experimentarlos de primera mano pese a las advertencias de sus mayores.
-Ya queda poco- pensó mientras las lagrimas corrían por sus mejillas...
El estruendo apenas se escucho, aquel día había demasiado ruido y horror como para que un poco más fuera a resaltar en el macabro cuadro...
El humo negro ascendía, lenta e inexorablemente, como el tiempo, eso que inmaterialmente se nos escurre de las manos, las llamas se reflejaban en unas gruesas gafas, cristales pulidos y relucientes que ahora reflejaban desde el duro y frío suelo...
2 comentarios:
o.o jope!!! me gusta mucho que empieces y termines con lo mismo mas o menos, le da mucho fuerza. Me gustaaaaa!!!!!!!!!!!!!
Gracias!!! :)
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