Un incandescente fuego cubria los campos como si de una manta se tratara, la antes verde hierba se retorcia de dolor exalando a borbotones un humo oscuro, mientras, la palida piedra recibia el constante aguijoneo de proyectiles clavandose y arrancando trozos de su clara superficie, el retumbar de miles de pisadas generaba ondas en la sucia agua del foso que circulaba rodeando al firme bastion. Los segundos discurrian, caian al igual que lo hacian las piedras de sus muros ya resquebrajados por la constante y erosiva lluvia que lo corroia, la humareda cubria la direccion del enemigo, invisible este, desde su posicion ofensiva se disponia a lanzar una nueva andanada de llamas, terribles y fascinantes, que en su loca danza reducirian a cenizas la esperanza y la vida, amorales y sin misericordia lanzaban su delirante canto al cielo.
La aurora del amanecer se vislumbraba al fondo, las negras tinieblas que cubrian la escena escapaban quedandose con la intriga de cual seria el final. De improviso una nota monocorde rasgo el aire en todas direcciones, su fuente no provenia de la ajada fortaleza, si no de los confines de la noche y la bruma, pronto fue sustituida por el tintineo metalico de miles de piezas de hierro al chocar, aquella musica helo asta a las candentes y voraces llamas que esperaban. El tiempo seguia pasando y el entrechocar se hacia mas fuerte, los campos ya no humeaban, las llamas presas de un subito miedo habian retrocedido y verdes trozos de pasto aun quedaban indemnes, los ajados parapetos parecieron resurgir de su estupor y comenzaron a vomitar enormes vocanadas de rabioso humo, un humo que halla donde impactaba levantaba la tierra cubriendo la febril luz del fuego enemigo...
El humo aun circunda el lugar, las defensas han caido sin orden, el caos es duenyo de la escena, ya nada arde, pero tampoco nada canta, solo queda un impasible sol en su zenit que observa sin juzgar, pero que esa tarde cuando se ponga lo hara con tonos carmesi...
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